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Sin acento

El personaje se abre paso poco a poco, sin que nadie note la ausencia de acento. Se presenta a las primarias, que logra vencer sin mayor esfuerzo, y poco o poco logra, con el paciente avance de los meses y los sondeos, asentar una credibilidad que sorprende a los consejeros de sus contrincantes. Pasan horas, llega el momento de la verdad : los debates fueron una obra de teatro exigida por la pantalla chica, la tregua electoral se impuso para darle tiempo al elector de macerar sus impresiones. El candidato que merece ganar debe ser el candidato del pueblo. O el candidato del poder en ejercicio. Imposible diferenciar entre ambos, porque ambos se reclaman del pueblo, sin sorpresa. Pero lo cierto es que el personaje que desde el inicio logra abrirse paso poco a poco, y al que nadie espera, transforma el aire a su alrededor. Lo llena de esperanza, de oleadas violentas de patriotismo, de orgullo nacional renovado. Nadie conoce el origen del susodicho, todos piensan que es del campo, o de una parte un poco alejada del centro, pero parte de nosotros. Y de este modo es que por encanto, o por mimetismo, los votos se acumulan de manera indecente a su favor. Un pueblo que alza en hombros a un candidato es cosa nunca vista en tiempos en los que ya nadie cree en nadie. Se especula : magia negra, compra de votos, amenazas. Nadie sabe que el personaje sin acento no tiene ni siquiera papeles, no sabe escribir ni leer, y es guiado por algo que lleva dentro y que convendremos en llamar instinto. O estrella, da igual. Aunque en el fondo, para todo el mundo el triunfo es lo de menos. De todas maneras es de sobra sabido que el partido oficialista no reconoce victorias ajenas. De nada sirve tanto esfuerzo, sino para entretenerse un momento, para pasar el rato.

Es, si se quiere, una manera original y elegante de ganarse el sagrado e inevitable privilegio de ser fusilado.

1 comment:

latitudesblandas said...

Increíble como se van dibujando los contornos de la justa violencia... un espacio de esperanza que se achica, casi al mismo ritmo de la marcha que lo infla y acelera.
Me estaré dando la vueltita, para seguir viendo este renacer.

Abraxo

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