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Leer a Gabriel García Márquez es nocivo para la salud

Leer a Gabriel García Márquez es malo, muy malo para la salud de cualquier persona.Después de años de investigación, he llegado a la conclusión de que tanta magia concentrada en tan pocas palabras escapa a lo humanamente manejable, tanto mental como físicamente, y considero mi deber como médico denunciar este riesgo. El fenómeno lo descubrí hace años, y desde entonces me he dedicado a aconsejarle a mis pacientes un consumo más moderado de Gabriel García Márquez, alternándolo con ejercicio físico, y nunca, bajo ninguna circunstancia, en ayunas o después de haber hecho el amor. Pero en los casos más agudos, ni siquiera la lectura moderada parece funcionar. Yo mismo me he atrevido a volver a leer sus obras en el marco de mis investigaciones, y observo con preocupación que los primeros síntomas se manifiestan de manera muy precoz, por lo general después de la tercera palabra. Hace cinco años, cuando sufrí una especie de ataque de apoplejía tras la lectura del cuento El rastro de tu sangre en la nieve, algunos de mis colegas se rehusaron a creer en mi explicación. Pero después de que ellos mismos aceptaron hacer la prueba, y después de haber estudiado ellos más a fondo, y por iniciativa propia, algunas complicaciones a primera vista inexplicables que se presentaba en pacientes que, casualmente, resultaron ser lectores ocasionales de Gabriel García Márquez, concluyeron conmigo que cada vez que un ser humano lee a este autor se produce una violenta reacción, más o menos aleatoria, cuyas características resulta imposible, en el estado actual de la medicina, anticipar. Cada caso parece ser único. Un caso reciente fue el de una mujer de 34 años que perdió el habla por veintidós días a partir del instante en que cerró la edición conmemorativa de Cien años de soledad. También sé de un caso similar que me fue reportado por un colega noruego, tras la lectura por parte del paciente de El Coronel no tiene quien le escriba. Mis sospechas sobre este fenómeno van dirigidas a esa espeluznante fluidez, a esa naturalidad obscena y la nitidez inverosímil con la que se mueve todo, absolutamente todo, en Macondo y en el universo de García Márquez en general: los personajes, la dimensión espacio-tiempo, los verbos, la puntuación. Ahí radica sin ninguna duda la causa de los trastornos físicos de los pacientes, y a probar todo ello es que están orientados mis trabajos desde el año 1999.

Los avances de la ciencia médica nos permitirán dentro de muy poco probar científicamente por qué todo lo escrito por este autor deberá ser considerado en el futuro próximo como un problema de salud pública a gran escala. Esto permitirá contar con los recursos financieros necesarios para entender mejor esta dolencia, y sobretodo, para dar con un tratamiento adecuado. Por el momento, la mejor solución consiste en renunciar a leer estas obras en particular, y en ningún caso leer más de dos palabras sin dejar transcurrir 72 horas antes del siguiente período de exposición.

6 comments:

JULY said...

buenazo!!!!! genial!!! sí sí, ahora me explico por qué tuve un teratoma del tamaño de una toronja en el ovario izquierdo, por qué sufro estreñimiento, por qué últimamente se me cayeron las pestañas y por qué temo padecer de diabetes próximamente.... lo que se me hace extraño es que siento que tanto como leer a Gabo como leer a Santiago Escribano puede ser altamente nocivo para la salud... es totalmente adictivo.. porque me hace feliz.

macizo said...

Mi querido Manolo, me ha sorprendido la escalofriante exactitud del diagnóstico y la exquisita ironía del relato. Ahora solamente falta un estudio de la Universidad de Michigan, como decía don Abel Pacheco cuando aún no se había metido en camisas de once varas y vivía de sus cápsulitas informativas, en donde se anuncie, con bombos y platillos, que han encontrado el hemisferio del cerebro y la zona específica en donde se produce el goce literario, ese goce tan particular que se somatiza en diversas dolencias y que resulta altamente peligroso en todas las épocas históricas e histéricas de la Humanidad.
Un abrazo y gracias por la visita!

Silvia Piranesi said...

ay mop, reapareciste.
siempre que volvés traes buenas sorpresas.

concuerdo con la maciza.

yo con cien años sufrí de ansiedad y falta de apetito (mmm, bueno, no falta de apetito, porque sí tenía hambre, pero sí un desorden de las prioridades).

Me faltó más relato eso sí.. contanos más...

y abrazos lolo.

Silvia Piranesi said...

la neta neta

http://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%ADndrome_de_Stendhal

Anonymous said...

Me quedo con Santiago, me quedo para siempre. Manuela

Tartaruga said...

Será por eso que yo leo Cien años todos los años....empieza el año y comienzo de nuevo, no he parado desde que lo leí por primera vez, lo hago para escapar del olvido, pero ahora creo que es parte de la enfermedad.....estoy enferma y no me puedo curar.

.elarchivoquehabla